Carroza que va en cortejo,
de muerte, pasión y salmos,
banderas visten caminos
con lágrimas de veredas
sudor y pudor de cobre,
madera negra de sangre
va serpenteando a la vida
su séquito de cobardes.
El hambre cubre las calles,
batallas de un vagabundo,
daga homicida del rico
que roba su pan al mendigo
saqueando las esperanzas
de niños arrodillados,
con basura alimentados
y diarios como cobijas.
Carroza que va indolente
por páramos destruidos.
la muerte llora su muerte
la vida implora su ruido
y por más que la muerte llore
arrepentida del daño
el poderoso le anima
al golpe de un genocidio.
Plaza de bancos dormidos
oxígeno envejecido,
océanos sin soldados
que nutran los arrecifes,
la voz del que yace a diario
en las aceras manchadas,
caretas de hipocresía
de aquellos puños farsantes.
Carroza frágil, cansada
silencio de abismo puro.
Un ataúd de monedas,
un ataúd de vergüenzas,
un ataúd de indecencias,
que llevas un mundo terco
que ya se hastió de sus duelos
y feneció sin quererlo.
Ignacio Araya Dinamarca
24 de Febrero de 2011