Sin
las excusas del tiempo
ni lo que extingue el silencio,
sin el sonido del hielo
que hiere ojos banderas,
vengo hasta ti, mi gaviota,
a desnudar la sonrisa
guarecida en la tristeza,
a reunirme en el vuelo
de esta bandada de luces,
evocación de los cielos
que acurrucó los momentos.
Vengo hacia ti, mujer oro,
alzando altivo mis manos,
con un anillo tallado
en madera de amor y canto,
con voces que a veces callan,
con soledad y destino,
a cuestas pena que duele,
efigie de tez de llanto.
Allí tan lejos…Tan cerca,
así sea alba u ocaso,
así haya grises o azules
retorno a ti, vida mia.
La misma fe en esos sueños,
la misma sed de las flores
que inundan la primavera,
para abrigarte en caricias,
como aquel sol a su tarde,
como una lumbre a su espacio…
Ignacio Araya Dinamarca
14 de Junio de 2011
ni lo que extingue el silencio,
sin el sonido del hielo
que hiere ojos banderas,
vengo hasta ti, mi gaviota,
a desnudar la sonrisa
guarecida en la tristeza,
a reunirme en el vuelo
de esta bandada de luces,
evocación de los cielos
que acurrucó los momentos.
Vengo hacia ti, mujer oro,
alzando altivo mis manos,
con un anillo tallado
en madera de amor y canto,
con voces que a veces callan,
con soledad y destino,
a cuestas pena que duele,
efigie de tez de llanto.
Allí tan lejos…Tan cerca,
así sea alba u ocaso,
así haya grises o azules
retorno a ti, vida mia.
La misma fe en esos sueños,
la misma sed de las flores
que inundan la primavera,
para abrigarte en caricias,
como aquel sol a su tarde,
como una lumbre a su espacio…
Ignacio Araya Dinamarca
14 de Junio de 2011
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