Manos que destruyen
el alma de la tierra,
que diseñan
bombas de ambiciones,
aniquilando sueños
y esperanzas…
Manos que encienden los fuegos
que queman el aire,
asesinas de árboles,
aves, viento,
vida…
Manos que aprietan botones,
invocando a las guerras,
enviando la inocencia
hacia la muerte…
Que odian el mañana
de los niños,
que aplauden
el dolor
de la miseria…
Que aúnan la riqueza
de los pueblos
y juzgan las
tristezas de la calle…
Manos de hombres
que mutilan
las manos de otros hombres…
aquellas humildes,
que alzadas, solo piden,
futuro y dignidad…
la luz del destino
de una nueva vida…
Ignacio Araya Dinamarca
15/03/2009
el alma de la tierra,
que diseñan
bombas de ambiciones,
aniquilando sueños
y esperanzas…
Manos que encienden los fuegos
que queman el aire,
asesinas de árboles,
aves, viento,
vida…
Manos que aprietan botones,
invocando a las guerras,
enviando la inocencia
hacia la muerte…
Que odian el mañana
de los niños,
que aplauden
el dolor
de la miseria…
Que aúnan la riqueza
de los pueblos
y juzgan las
tristezas de la calle…
Manos de hombres
que mutilan
las manos de otros hombres…
aquellas humildes,
que alzadas, solo piden,
futuro y dignidad…
la luz del destino
de una nueva vida…
Ignacio Araya Dinamarca
15/03/2009
1 comentario:
Manos depravadoras que bajo el poder de sus armas de fuego hiere a la frágil humanidad. Pero también ultiman las voces del hombre que se burla de la Tierra, olvidando que es hembra, madre, que a ella, en su naturaleza, ni con el pétalo de una rosa.
“No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto”. Manos y voces juntas, cercenadoras de las revelaciones y de las conciencias.
“Odioso para mí, como las puertas del Hades, es el hombre que oculta una cosa en su seno y dice otra”.
¡¡Soberbio poema!!, de antología.
Publicar un comentario