Radio Voces y Letras

 

 


domingo, 20 de febrero de 2011

Hombre (Monólogo)

Podrías hacerte hombre de una vez por todas.

Hombre. Hacerme hombre. A una edad en que la hombría se caracteriza por la rebeldía y la capacidad de juntar más amigos, sonaba interesante la idea para mí. Mis padres, siempre quisquillosos en darme la mejor educación, me llenaron de reglas y normas básicas para la convivencia social y ayudaron a fomentar en mí el ánimo de esa revolución interna. Recuerdo esa primera vez en que el humo de esa milagrosa yerba envuelta en un papelillo dorado, pasó a mis manos, ante la satisfacción de ellos, mis amigos, que me enrostraban mi siempre negativa, característica de un cobarde. ¡Que orgullosos estaban por Dios¡ Que bien me sentí, cuando aquellas dos chicas aplaudían mi osadía y como premio, me colmaban de besos. Luego las llevé a la cama. Aún siento aquel refugio de erotismo, aún siento el aroma del alcohol, el humo de aquellas esencias emanadas de polvos blancos, el perfume barato de un sexo dominado por la ilusión, ese que desbocó mis sentidos. ¡ Qué lindo es sentirse hombre¡ ¡ Que orgullo sentí de mi en aquel momento¡.

El tiempo pasa. La vida pasa. Año tras año probé de esos manjares extraídos de las mejores escuelas de la hombría. Transformé aquella guarida agazapada de la inocencia, en la casa perfecta de la pasión, quimeras, drogas, sexo, amor, violencia, todo. ¡Qué perfecta era la vida¡. El tiempo pasa, la vida pasa y aquí estoy sentado en la soledad de una pocilga que no tiene nada. En una pared, la foto en blanco y negro de mis padres que me miran con ternura, cae sobre los harapos que me sirven de lecho. Miro hacia el espejo roto y me doy cuenta que la barba ya me llega a las rodillas. Lágrimas caen de mis ojos por este rostro arrugado, sin alma, sin un atisbo de vida y en la frente, veo la sanguinaria cruz que dibujé algún día sin darme cuenta que lo hacía. No aguanto este encierro, amada mía. Ohhh, sí, te tuve amada mía, fuiste mía y mi alma tuya...¿Dónde estás?¿En qué momento dejé que te escaparas? ¿En qué instante huiste de esta bestia encarcelada?¿Cuándo......?

La lluvia cae sobre mi cuerpo desnudo. La siento, me limpia. Estoy viejo, viejo de estos años arrastrados por la vida fácil. Hombre. Fui todo un hombre, amigos míos. Amigos míos, ¿Dónde están?. Fui vuestro orgullo, su amigo, su risa, su títere. ¿Dónde están?. No, no fui un hombre, solo fui un cobarde que dejo escapar todo lo que un hombre tiene: la vida, el amor y la decencia.

- Ya eres un hombre, hijo mío, ya lo eres – dice la voz dulce de mi madre.

Al fin muero tranquilo.

Ignacio Araya Dinamarca
Abril de 2010

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