Ni siquiera le preguntaron que edad tenía. Ni siquiera conocían su nombre. Menos sabían que ella era la mimada de mamá y para su padre, era la mismísima luna que había descendido al mundo vestida de ángel. Valientes de alcohol, la tomaron, la llevaron hacia el parque oscuro, le quitaron la ropa, la manosearon, rieron y finalmente la violaron entre todos, una y otra vez sin contemplaciones, saciando sus instintos de ya ser hombres. Luego huyeron, dejando atrás lágrimas, frío, impotencia. Y la sangre derramada de una luna que recién comenzaba a brillar.
Ignacio Araya Dinamarca
23 de noviembre de 2010
Ignacio Araya Dinamarca
23 de noviembre de 2010
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