
Muere el Hombre, solitario, envilecido,
sentenciado por su propia felonía,
la traición de sus perversas manos.
Sangre derramada sobre el manto
estéril de nuestra tierra,
oscureciendo los días
en la última guerra preparada por su mente.
Muere el Hombre y aquel día
en que todo sea nada, llorará el mundo,
lágrimas marchitas, sus miedos de otras vidas.
sentenciado por su propia felonía,
la traición de sus perversas manos.
Sangre derramada sobre el manto
estéril de nuestra tierra,
oscureciendo los días
en la última guerra preparada por su mente.
Muere el Hombre y aquel día
en que todo sea nada, llorará el mundo,
lágrimas marchitas, sus miedos de otras vidas.
© 2008 Ignacio Araya Dinamarca
Marzo
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